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¿Sabías que…?

Las raíces de la danza folklórica mexicana se remontan a muchos siglos atrás, en Mesoamérica fue durante la época de los Mayas y Aztecas.

Las danzas folclóricas de México son una de las manifestaciones más atractivas y enriquecedoras de nuestra cultura. ¡Imposible no enamorarse de ellas!

De los atuendos a la música, el maquillaje y las coreografías, todo es color y alegría en las danzas folklóricas de México.

Toda danza tradicional tiene una historia que le dio vida. Algunas eran rituales para apaciguar a los dioses, otros eran una forma de celebrar los ciclos de la cosecha y algunas celebraban importantes victorias bélicas.

Dato extra: Las danzas folclóricas de México son el resultado de la unión entre las danzas prehispánicas y los estilos europeos como el vals, el ballet, la polka y el chotis.

Además, cada región y estado es el hogar de varios tipos y estilos de baile que a menudo están enlazadas con aspectos religiosos, por eso a continuación te platicaremos de algunas de las danzas folclóricas mexicanas más representativas que te harán querer raspar la chancla.

El jarabe tapatío

El Jarabe tapatío es considerado el baile nacional de México. Es acompañado por música de mariachi y los bailarines portan los dos trajes típicos nacionales: El traje de charro para el hombre y el vestido de china poblana para la mujer.
Este baile mexicano nació durante la revolución, como estandarte de unidad nacional, pues incluye los estilos dancísticos más famosos de las diversas regiones, en una mezcla denominada «jarabe». Por cierto, la razón del porqué se le llama jarabe al estilo ha mantenido a los expertos de la danza de la greña o es relativo a la dulzura entre la pareja o a la mezcolanza de elementos que le componen. Pues la palabra jarabe deriva de la palabra árabe xarab y significa mezcla de hierbas.

El huapango

El Huapango es típico de Veracruz, Puebla, San Luis Potosí e Hidalgo, cada región tiene su variante. Se baila sobre una tarima de madera, y los bailarines visten el típico traje jarocho consistente en sombrero guayabera y pantalón blanco, mientras que las mujeres usan blusa y una falda blanca que se caracteriza por ser ancha y holgada. La música es interpretada por tres músicos que ejecutan el violín y dos tipos de guitarra conocidas como jarana y huapanguera.

La danza de los viejitos

Esta peculiar y simpática danza es tradicional del estado de Michoacán, específicamente del pueblo de Jarácuaro, y se ha convertido en una de las más representativas y aplaudidas a nivel nacional e internacional.
Los orígenes de esta danza se remontan a la época prehispánica y se las relaciona con las danzas que eran parte del ritual en honor de Huehuetéotl, el llamado “Dios del Fuego” o “Dios Viejo”.
El baile consta de cuatro hombres que están ataviados con el traje de los campesinos purépechas, una camisa y pantalones de manta blanca, cubiertos por un sarape de gran colorido y huaraches con suelas de madera para el zapateado. Además, sus rostros están cubiertos con máscaras de madera con la forma de ancianos sonrientes, utilizan fibra de zacate como pelucas y llevan un sombrero con largos listones multicolores y un bastón como complementos adicionales.

La polka norteña

Al norte de los Estados de Coahuila, Nuevo León, Chihuahua y Tamaulipas, se baila la polka acompañándose de acordeón y guitarra. La bailan todas las clases sociales, pero el pueblo humilde, el del campo principalmente, es el que le ha dado vida desde que se introdujo a México, durante la colonia, adoptándose como suyo su música y pasos.
Es evidente que la polka es de origen polaco y que fue traída a México durante la colonia. Se baila en todo el país, pero especialmente en la región Norte, donde ha adquirido carta de naturalización. Se baila en todas las ocasiones y, en tiempos de la Revolución, cobró un vigor extraordinario con las “pelonas”, “Jesusita en Chihuahua” y otras muchas piezas que todo el pueblo cantó y aún sigue cantando.

La danza de los parachicos

La historia de esta danza se remonta a 1711, cuando México aún se encontraba bajo el dominio de la Corona española. Se trata de una danza multitudinaria en la que participa gran parte de la población de Chiapas de Corzo, en el estado de Chiapas. Los danzantes visten prendas coloridas, así como máscaras de madera y sombreros, y recorren las calles de la ciudad al ritmo de la música de los tamborileros. La Danza de los Parachicos fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco.

La danza del venado

Se trata de una danza indígena, la cual se le atribuye a la cultura Yaqui, en el Sur del Estado de Sonora. El contexto simbólico de la danza hace referencia a la cacería del venado, un animal venerado por los yaquis. En la danza participan tres personajes principales: el venado, el pascola y el coyote. Para interpretar la música se utilizan instrumentos autóctonos y los danzantes visten de acuerdo con su personaje, en el caso del venado, el bailarín coloca una cabeza disecada de dicho animal sobre su propia cabeza.

La danza de los chínelos

Llegada la temporada de carnaval, las calles de los pueblos morelenses se convierten en el cauce de un río multicolor alimentado por los atuendos de los llamados “chínelos”. Estos singulares danzantes hacen su aparición ataviados con máscaras de madera, sombreros coronados de plumas y túnicas aterciopeladas con bordados alusivos a dioses y a personajes prehispánicos. La vestimenta típica de los chínelos es especialmente llamativa por las incrustaciones de lentejuelas y chaquira que realzan su carácter festivo.

La jarana yucateca

La jarana yucateca es un baile y una forma musical originarios de la Península de Yucatán. “Jarana”, según el diccionario, quiere decir jolgorio, bullicio, diversión ruidosa de la gente del pueblo. En la época de la Colonia durante los siglos XVII y XVIII, en la Península de Yucatán los españoles y los criollos solían decir despectivamente cuando empezaban las fiestas populares: “ya empezó la jarana”. El pueblo indígena entendió esto como si se refirieran a la música que se tocaba durante las festividades y atribuyó el nombre como genérico a los sones que se interpretaban. Fue así como el baile regional de Yucatán adoptó el nombre de jarana.

La danza de la pluma

Esta danza es de origen Azteca-Zapoteca, culturas que dejaron plasmado conocimiento acerca del Universo en la estructura central de Monte Albán. Con la danza de la pluma buscaron representar la existencia de ocho planetas y su movimiento alrededor del sol desde tiempos prehispánicos. Además, es llamada la máxima danza del estado de Oaxaca.
El vestuario corresponde a las estrategias de evangelización indígena. Así lo demuestra al ser una alegoría de los ornamentos sacramentales que, en el rito católico, utilizan los sacerdotes cuando ofician misa. El complemento más vistoso del traje es el penacho. En una base de hojalata denominada corona, tiene grabados jeroglíficos, montan un armazón de carrizo sobre la que fijan plumas de colores formando un semicírculo, adornadas con listones prendidos con espejos grandes, enmarcados en hojalata, conocidos como medallones. En la periferia, hacia el frente, van distribuidos siete gallitos o azucenas (pequeños mazos de plumas) y hacia atrás, aproximadamente 30 centímetros abajo de la periferia, cinco de estos gallitos.

Danza de los concheros

El origen de estas danzas se remonta a la independencia de la tribu azteca cuando deja de ser tributaria del reino de Azcapotzalco. Bajo la dirección de Tlacaélel se inicia la organización de la vida social y sobre todo la vida religiosa, asentando los fundamentos de expresión, esplendor y grandeza del pueblo azteca que perdura por medio de las danzas. Hoy los concheros son grupos de danza ritual, la cual tiene raíces mexicanas prehispánicas y está vinculada a diversas fiestas religiosas.
La vestimenta se caracteriza por coloridos disfraces que constan de un faldellín, rodilleras, muñequeras, pectoral y un penacho de plumas. Las plumas ahora son de faisán, de pavo real, de gallo, artificiales o de avestruz. La tela del vestuario suele ser brillante y de colores muy vivos. Se utilizan los ayoyotes, también conocidos como tenabaris, en los tobillos, y una sonaja en la mano derecha. chancla

Las Danzas mexicanas están cargadas de simbolismo en cada uno de sus aspectos, desde el vestuario, los pasos de baile, los movimientos corporales, todo representa una idea o concepto. Del Jarabe Tapatío a la Danza de los Chínelos, la expresión corporal de los bailes folclóricos de México revela diversos rasgos de nuestra identidad. La naturaleza que nos rodea y la cosmovisión de los diferentes pueblos está representada en estos movimientos.

¿Qué sería de nuestro patrimonio cultural sin las danzas folclóricas?

Por eso vale la pena rescatar estas tradiciones porque forman parte de nuestro legado y de nuestra historia. Creadas a lo largo de muchos años, las danzas son una valiosa herencia que nos recuerdan el orgullo de ser mexicanos.

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